DVM Carlos González Hidalgo
En estos tiempos que nos toca vivir, pocos se libran de la ansiedad y esto incluye a nuestros amigos peludos de cuatro patas que comparten no solo las alegrías, sino también las penas y las angustias. Los perros y gatos, como mamíferos que son, comparten mucho más de lo que pensamos con nosotros, y aunque no sepan hablar, se comunican, se relacionan, sienten y hasta maquinan con inteligencia.
Cualquiera que los tenga en casa, los conocerá lo suficiente como para saber que sienten sus emociones igual que las sentimos nosotros; pueden sentirse apenados y tristes, impacientes, avergonzados, resentidos, miedosos o iracundos, y por supuesto, ansiosos.
Los gatos son menos expresivos, pero los amantes de los gatos sabemos que aunque tengan otros códigos de comunicación, un gato expresa perfectamente sus emociones, y sólo hay que observarlos con detenimiento para percibirlas y escuchar lo que nos cuentan. Efectivamente, a las personas nos cuesta muchas veces ser empáticos con los de nuestra especie, y comprender lo que el otro siente y padece, por lo que detectar una emoción como la ansiedad en nuestros animales se hace un trabajo aún más complicado, aunque existen claves para detectar la ansiedad en ellos.
La ansiedad deriva del miedo ante una circunstancia que nuestro inconsciente no está sabiendo resolver o adaptarse. Generalmente aparece cuando vivimos el resultado negativo y doloroso de una experiencia sin que se haya producido aún tal experiencia. Responde a memorias que el subconsciente relaciona con algún hecho traumático del pasado, y que ha quedado almacenado en la memoria del que la padece.
Así funciona de igual forma en la especie humana, como en el resto de las especies evolucionadas. Se activan de esta forma las alarmas que hacen que sintamos esa presión en diferentes partes de nuestro cuerpo, pero en especial en el pecho o en el estómago. Ellos no pueden expresar sus sensaciones, tal como nosotros lo hacemos, pero si podrán hacerlo de otras maneras, pudiendo así ayudarles a rebajar su nivel de estrés y ansiedad, mejorando por tanto su armonía y previniendo muchas enfermedades, que pueden derivarse de la ansiedad.
Alteraciones del comportamiento repentinas, mayor excitación ante eventos que antes no los alteraban, llorar o ladrar en las noches o cuando sus dueños se ausentan, destrozar o romper cosas que no solían romper, hacer sus necesidades fuera de los lugares habituales, lamido o rascado insistente de alguna parte de su cuerpo y el aumento desaforado de su apetito o disminución notable del mismo, pueden ser todos signos de que efectivamente, su amigo de cuatro patas está en modo ansiedad y necesita su ayuda y atención. Físicamente, la ansiedad puede producir caída del pelo excesiva que no hay que confundir con las mudas, erosiones, lesiones o prurito (picor) de la piel, gastritis o úlceras gástricas, falta de aire y de atención en las cosas, así como insomnio y extremidades frías.
Los animales están tan conectados con nosotros que incluso pueden llegar a padecer enfermedades en relación a estados de ánimo y conflictos personales que nosotros no estamos sabiendo expresar, por lo que pueden comportarse como auténticos tampones bioenergéticos del sistema familiar. Los perros están muy ligados al territorio y por lo tanto a la materia y podrán expresar con mayor facilidad las enfermedades del sistema, mientras que los gatos son agentes transformadores de las alteraciones energéticas desarmonizantes, y seleccionarán en el hogar, los lugares más conflictivos para situarse, como puede ser los cruces de líneas Hartman y Curry, líneas energéticas que recorren el subsuelo de todo el planeta, o bien se acostarán en aquellos lugares de nuestro cuerpo que de igual forma se encuentren en conflicto, manifestado mediante el dolor o la tensión. Por este motivo, siempre que tengamos un animal ansioso en casa, debemos también revisar nuestra propia ansiedad y la de todo el sistema familiar, puesto que vamos a poder hallar respuestas que nos permitirá resolver nuestras propias tensiones.
Existe una gran variedad de remedios que podemos utilizar para ayudar a nuestros animales a restaurar su paz y su armonía. Los aceites esenciales son una magnífica herramienta que podremos utilizar en nuestros animales, máximo teniendo en cuenta la importancia que tiene el sentido del olfato en ellos, y especialmente en los perros. Utilizaremos la lavanda y algunos cítricos como la mandarina, la bergamota o el limón para sedar y activar el sistema parasimpático (relajante) y los podremos utilizar con un difusor en la habitación donde duermen, o también impregnando unas gotitas diluidas en aceite de almendra en el collar o en su camita. Las esencias florales son también una gran ayuda para restaurar la armonía emocional de nuestros animales, y podremos utilizar por ejemplo la flor de Impatiens o Agrimony que son flores ansiolíticas con un rápido efecto, o bien la flor del castaño dulce (sweet chestnut) , cuando la ansiedad está siendo expresada con mucha angustia, o de Chicory, cuando el origen de la ansiedad se encuentra en la separación con sus dueños.
Existen por otro lado varios remedios homeopáticos que podrán ayudarte en esta tarea. El nitrato de plata (Argentum nítricum) es un gran remedio para la ansiedad por anticipación, pero si hay gran angustia con miedo, el Gelsemium sempervirens será de mucha ayuda. Si el animal se encuentra demasiado excitado, el Café homeopático, Coffea cruda podría ser su remedio, y si la ansiedad sobre todo es en la noche, su remedio podría ser el Anhidrido arsenioso (Arsénicum álbum). Las hierbas sedantes como la raíz de valeriana, la flor del azahar (naranjo) o la pasiflora pueden ser suministradas, principalmente en forma de tintura hidroalcoholica, para más comodidad, pero una de las mejores herramientas de ayuda para tus amigos peludos, siempre podrás encontrarla en la Medicina Tradicional China, por medio de la Acupuntura.
Como ven, no faltan maneras de ayudarles, siendo ésta una forma de devolver la fidelidad y el amor que nos procesan. Como parte del hogar, son seres que llegan a nuestras vidas a enseñarnos y hacernos compañía, por lo que practicar el “Ayni” con ellos nos convierte automáticamente en mejores personas.
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