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HOMEOPATÍA: MEDICINA DEL SIGLO XXI

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Durante cerca de 200 años, la homeopatía se ha ido extendiendo a lo largo y ancho de la geografía planetaria, a pesar de la firme oposición de la industria farmacéutica, que ve un serio competidor a un sistema de curación económico y eficaz.  No es por tanto, por casualidad, que el legado que nos dejó el Dr. Hahnemann, recogido en su sexta edición de su ORGANON haya tenido una demanda ascendente, principalmente en países como México, Argentina, Estados Unidos, Alemania, Suiza, Francia, Reino Unido o la India, que han sido fuentes fundamentales de Homeópatas de gran prestigio. En algunos lugares existen verdaderos hospitales “homeopáticos” y en Francia, por ejemplo, se incluyen especialidades holísticas en el Sistema de Seguridad Social del país.

Cuando uno se sumerge en la magia del ORGANON,  pareciera que fue escrito ayer, y es que la visión del Dr. Hahnemann a principios del siglo XIX, era tremendamente precoz, avistando lo que serían las serias limitaciones de la medicina convencional, fundamentalmente en lo referente a las enfermedades crónicas.  Ya entonces, entendió que algo fallaba en el consultorio cuando los enfermos venían con los mismos problemas e incluso con problemas superiores a los “supuestamente curados”.  Además entendió que era imposible delimitar al ser en su aspecto físico, emocional y espiritual, tal y como hoy día continúa haciendo nuestra medicina convencional. En países como España, la Seguridad Social pública está totalmente colapsada con listas de espera que pueden superar perfectamente el año. Esto es debido a que el sistema ha creado una dependencia total del paciente hacia el médico, que receta sin parar medicamentos que van tapando unos agujeros y abriendo otros. Es fácil ver ancianos en la farmacia comprando una montaña de medicamentos, conteniendo especialidades para bajar la tensión, para quitar el dolor, Beta bloqueantes, ansiolíticos para poder dormir mejor, algún antibiótico para alguna infección, bloqueadores de la producción acidos gástricos para paliar el efecto secundario de la acidez de las otras medicinas, etc.  La medicina convencional no entiende que somos un solo sistema y que todos los agujeros que tapan dichos medicamentos son solo la consecuencia de un desequilibrio del sistema.

Samuel Hahnemann.

Por poner un ejemplo;  Supongamos que un paciente llega a la consulta con un grave insomnio y pesadillas nocturnas y unas grandes ojeras consecuencia de no descansar. El Dr. Receta un opiáceo para que pueda descansar tranquilamente, pero no advierte al paciente que simplemente deje de cenar a las 11 de la noche, y que por supuesto, no cene el tranca pecho que ingiere todas las noches. ¿De que sirve tratar con un opiáceo a un paciente si no elimina la causa que produce su insomnio?

Pero continuemos con Hahnemann, porque después de una gran crisis (habitual en muchos terapeutas que se cuestionan su trabajo), en la que abandonó de pleno su profesión decepcionado de sus ineficaces tratamientos, reapareció años más tarde con un sistema nuevo de curación, pero a la par muy antigüo, puesto que además de estar sometido a “principios de curación universales” fácilmente demostrables, se basa Hahnemann también en una ley que ya Hipócrates había descrito en su momento.  “Lo similar cura a lo similar”.

Fue la Quinina lo que despertó la genialidad en Hahnemann, cuando siguiendo este principio hipocrático, observó que los síntomas que producía la intoxicación por Quinina (Cefaleas, mareos, Nauseas, Tinitus y problemas en la visión), eran curados rápidamente por una dilución centesimal de la propia quinina en apenas una o dos dosis.  Posteriormente vino el resto y gracias a la aportación de sucesivos Homeópatas, dejando intacta la materia del Sistema Homeopático de Curación reflejado en la sexta edición del Organón, hoy día se ha perfeccionado como un sistema de curación eficaz que trabaja con la información de más de 4000 productos minerales, vegetales, animales y nosodes (orgánicos).

La Quinina extraída del árbol de la Cinchona fue el primer medicamento homeopáticos experimentado por Samuel Hahnemann

En la Homeopatía los síntomas mentales y los etiológicos son los principales. Hasta tal punto que a la hora de seleccionar un medicamento, muchas veces no importan los síntoma físicos, puesto que si la fuerza del  medicamento es  alta con respecto a los síntomas mentales o etiológicos (los que dieron origen a la enfermedad), es suficiente como para escoger sin dudar dicho producto.  Un niño que sufrió de amigdalitis fue curado con cuatro dosis de Staphysagria,  después de haber sido tratado ineficazmente con todo el arsenal del que dispone la ciencia para este tipo de patologías.  Dicho medicamento tiene la especialidad de Trastornos por humillación, lo cual había ocurrido justo el día anterior en el que el niño fue reñido por su padre delante de sus amigos. Nuestra medicina “extirpa las amígdalas” si la inflamación de éstas no cede. Esta, yo creo que es una de las grandezas de esta medicina, puesto que ataca realmente el origen o causa de los problemas físicos y orgánicos, como lo hace igualmente la Medicina China u otros tipos de medicinas Holísticas (Término que nos define como un ser único e indivisible, totalmente interrelacionado con su entorno físico y energético). Además, contempla lo emocional como causa de la gran mayoría de las enfermedades orgánicas o físicas.  ¡Que gran acierto!. Y que increíble planteamiento 200 años atrás!.

Pero lo más relevante de este concepto de medicina es que cada enfermedad se convierte entonces en una posibilidad de crecer, si somos capaces de atender a los mensajes de sus síntomas. Cada cuadro sintomático corresponde a un estado emocional de la persona que se expresa en desequilibrio mental, físico y orgánico y por tanto, si aprendemos a “escuchar” nuestro sistema,  tendremos la posibilidad de entendernos y por lo tanto de evolucionar y crecer. El cáncer, el dolor crónico, la psoriasis, el vitíligo, los cálculos renales y vesicales, las caries, el eccema, las cefaleas, la epilepsia, etc, todas tienen un mensaje que trasmitirnos, y les aseguro que en la gran mayoría hay una emoción que provoca de forma directa el síntoma que se refleja. Las cistitis, por ejemplo son un problema relativamente habitual en las mujeres, y es que las mujeres son especialmente “territoriales” en todo lo que las concierne. No es solo una cuestión anatómica, sino que es principalmente una cuestión emocional. Hasta el tipo de germen que produce la infección conlleva una causa emocional diferente!.

Otra cuestión es la individualidad de los síntomas. Eso también lo entiende y mucho la homeopatía. Somos muy “cargantes” los homeópatas preguntando a nuestros pacientes con preguntas que jamás se habían planteado.  Lo que buscamos precisamente es la individualización de los síntomas,  puesto que cada individuo es un sistema único que tiene diferentes expresiones incluso ante la misma enfermedad.  En Homeopatía y en la Medicina Holística en general no hay enfermedades, sino enfermos.  ¿Por qué algunas personas sufren de Leucemia, artrosis o fibromialgia y otras en similares circunstancias no lo hacen?.  Ahí está la personalización del sistema, cada uno complejo y lleno de matices. Hay algo que claramente define esta individualidad de síntomas, y es en procesos epidémicos que cursan con un tipo de síntomas más o menos comunes entre la población que lo sufre. Pero cuando un homeópata se sumerge en las características de dichos síntomas, descubre que cada persona posee una diferenciación clara de sus síntomas, de tal forma que cada uno de ellos llevará un medicamento homeopático distinto, siendo exactamente la misma enfermedad.

La enfermedad es sin duda parte de la salud, y es una oportunidad única para conocernos. Hagan la prueba y verán.  Piensen en qué circunstancias apareció la enfermedad, y en la emoción que predomina con cualquier problema de salud. Relaciónenlo porque es muy posible que acierten. Y nos entendamos, que no es poco.

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