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Como una emoción se acaba convirtiendo en un síntoma.

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Carlos González

El Psiquiatra Estadounidense David R. Hawkin,, Doctor en Medicina y Filosofía, conferencista y escritor , fallecido en 2012 dedicó muchos al estudio de las emociones y su conexión con nuestra psique y nuestro cuerpo físico. Midió las frecuencias vibratorias de las diferentes emociones que cualquier humano y no tan humano (pensemos que las emociones no son una exclusividad del homo sapiens) e hizo un estudio profundo de las mismas, dejando conclusiones muy alentadoras a cerca de lo que somos y lo que sentimos. Las emociones dependen totalmente de la interpretación que demos a todo aquello que nos sucede y parecen ser la conexión que existe entre nuestro cuerpo físico y nuestra psique. Con cada emoción que sentimos, nuestra frecuencia vibratoria se altera, y pasamos de 30 a 300 hz sin darnos ni cuenta en cuestión de segundos. Si estamos en paz y de repente recibimos una llamada dándonos una mala noticia, podemos reducir a mitad nuestra frecuencia vibratoria, y volver a elevarlas en el momento en que la misma persona nos diga que era una broma. Las emociones juegan un papel fundamental en la modificación de nuestra frecuencia vibratoria, y dependerá de las memorias o creencias personales, tal y como indicamos anteriormente, expresadas siempre por medio del EGO.

El Ego es esa parte de nuestra personalidad que genera una separación entre cada uno de nosotros y el resto del universo. Hace por tanto una diferenciación entre el Yo y el No Yo. Todas las percepciones de separación que vivamos son consecuencia de la apreciación del Ego. Cuando nos enfadamos porque alguien nos ha faltado al respeto, estamos haciendo un reconocimiento de que “el otro me ha ofendido”, y por lo tanto al hablar de otro, estamos haciendo una separación. Cuando criticamos a los políticos porque “son” unos corruptos, estamos haciendo un juicio y partiendo de una separación. Cuando sentimos miedo de un peligroso virus, tal y como está sucediendo en estos momentos, estamos haciendo una separación. Cuando la soledad es nuestra compañera estamos percibiéndolo desde la separación. Prácticamente todas las emociones de baja frecuencia vibratoria (las que nos hacen sentir mal) tienen que ver con la separación y por lo tanto con la expresión de nuestro Ego.

La competitividad es también una expresión de separación pues siempre interpreta que existe un otro con quien competir, aunque en medida, es también nuestro estímulo para superarnos a nosotros mismos. Sentirnos mal no esta tan mal, y aunque hay quien es adicto a sentirse mal (créanme que los hay y siempre con un propósito), es aquello que nos permite conocernos y acometer cambios positivos en nuestra vida. Si nuestra vida fuera perfecta no tendríamos necesidad de cambiar nada en nuestro mundo. Son por tanto las crisis aquello que nos permite avanzar, aunque no es necesario hacerlo exclusivamente de esta forma, y esto lo vamos aprendiendo a lo largo de nuestra vida.

Cuando la gente llega a consulta viene con una historia que contar, y no existe nadie que no la tenga. Para cada uno, su historia es importante y tiene que ver con cada suceso que vive en el presente, con cada emoción que acompaña en su camino, con cada pensamiento que despierta en su cabeza y con cada síntoma y enfermedad que expresa su cuerpo físico. La historia personal, no solamente abarca el cronograma de nuestra vida, sino la de nuestros antepasados, así como la del ámbito sociocultural del cuál también formamos parte. Cada ser es por tanto una expresión única y es imposible encontrar dos seres iguales, así como tampoco podremos encontrar dos huellas dactilares idénticas. No podemos por tanto tratar enfermedades con el mismo protocolo, y ésta es otra de las grandes aportaciones de la Homeopatía, que individualiza cada tratamiento en base a las expresiones particulares de la enfermedad por cada persona. Un día fui llamado para ayudar homeopáticamente en un brote de varicela en un centro de acogida de menores. Uno por uno fuimos viendo los síntomas de los seis que estaban presentando síntomas, y cada uno de ellos tuvo un tratamiento totalmente diferente, a pesar de que estábamos tratando la misma enfermedad, y aunque siempre hay medidas comunes, el medicamento de elección, el que te va a ayudar a curar es totalmente personalizado. La fiebre o las erupciones no se expresan nunca igual en dos niños porque simplemente son dos seres diferentes. De ésto, todos aquellos que trabajamos en salud, lo debemos de tener muy presente y debe ser un principio básico de cualquier terapeuta.

Sobre el Ego, el Dr. Hawkin dice lo siguiente: “Trascender las limitaciones del ego requiere intención, integridad de propósito, y resolución. Además de la gracia: la ayuda de un profesor avanzado y karma positivo. El viaje suele comenzar aparentemente de forma accidental o como consecuencia de la curiosidad. Luego, se añade el interés y, finalmente la participación, seguido por el compromiso y el descubrimiento de insospechadas recompensas”. Personalmente, creo que justamente es ésta la batalla más grande que podemos lidiar en nuestra vida. Nuestra meta más sagrada, puesto que en la medida que trascendamos las limitaciones del Ego, tomamos consciencia de nuestra verdadera naturaleza de amor de la cuál estamos hechos. En realidad, la vida es una continua elección entre el miedo (Ego) y el amor (Unidad), y el problema es que no elegimos desde la conciencia, sino desde el inconsciente que dirige nuestra vida.

Extraído del libro “La Medicina de Dios”, del autor.

Les contaré ahora el gran secreto de la Medicina: Curar es tan sólo el abandono de tus miedos para caminar hacia el amor. Y no hay más. Nos perdemos buscando curas milagrosas para tal y cual enfermedad, gastando millones de dólares en encontrar el remedio milagroso que podrá curar el cáncer, la diabetes o el Alzheimer, pero no somos capaces de pararnos y escuchar nuestro corazón, que memorias de dolor, de penas y culpas nos afligen y nos persiguen donde quiera que vamos. No importa la enfermedad o los síntomas que le estén afectando, todos y cada uno de ellos tienen un mensaje que podremos o no escuchar y reconocer, los cuáles nos indican que estamos olvidando nuestra verdadera naturaleza de amor. Y no importa lo que pensemos o incluso lo que sintamos; Nuestro cuerpo va a hablar clarito y siempre nos cuenta la verdad.

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